Busqué en Internet el tema del fin del mundo relacionado con el año 2012. Craso error, como diría el otro, a no ser que uno quiera encontrar una serie continua de desvaríos que mezclan el cambio climático con una invasión extraterrestre, el origen de la humanidad, las pirámides, un gobierno mundial, el sionismo, el “neoliberalismo” (ese fantasma que recorre el mundo mundial), la hipocondría por la gripe A, Nibiru, y no sé cuántas gilichorradas más.
Solar, en una órbita gracias a la cual cada 3.600 años pasa por aquí (sí, por tu barrio). El caso es que la primera datación es de lo sumerios que, según los creyentes (o crédulos), lo llamaron Marduk, que era el dios creador de su panteón. Vale. Pero es que Nibiru es un planeta habitado por unos seres alados, medio lagartos, llamados Annunaki, que en su paso en el 5.200 a.C. por aquí (sí, sí, por tu barrio), decidieron dotar de inteligencia a unos monos para convertirlos en sus sirvientes. Esto me suena tanto a Clarke, Niven y compañía, bueno, cuántos recuerdos. En fin, el caso es que los mayas (nada que ver con Apocalypto, no, no, no), echaron sus cuentas y dijeron: Nibiru vuelve en el 2012, y trae el fin del mundo. Aquí ya hay variaciones, o zonas oscuras en la historieta. Por un lado, unos dicen que se producirá el choque y se acabó. Otros, que se abre una puerta que comunica ambos mundos, a lo Stargate; es más, es que parece ser que Stargate se inspiró en esto.
En esto llega el bueno de Whitley Strieber y hace un cóctel con cada una de las partes, lo mezcla (no lo agita, Bond), y ya tenemos 2012: The War of Souls, que en España la editorial Minotauro ha decidido titularlo sólo como 2012 y basta. Debe ser que lo de “almas” les ha parecido un atentado a la epidermis laica. Papel de fumar, mucho papel de fumar. Porque Strieber no sólo es un escritor de best-sellers sino que es además un hombre religioso, conservador e individualista, y esto lo muestra en el libro de una manera indubitable.
La historia que cuenta Strieber es la de los últimos días de la Tierra, o al menos de una de las Tierras del multiverso. El caso es que existen tres Tierras en tres universos paralelos, comunicados por puertas. Dos de ellos están habitados por humanos y uno por lagartos humanoides –tipo serie V-. La mitología sumeria, así como la egipcia y maya no aparecen en la novela más que como atrezzo, mientras que la cristiana, muy vinculada a las primeras, está omnipresente. Es como si el Antiguo Testamento fuera desvelado por la concurrencia de las tres Tierras y la existencia de puertas entre ellas. Ángeles, demonios, cielo e infierno quedan explicaditos, pero a un nivel muy básico, casi naíf, sin que Strieber profundice.
Además, por si fuera poco con la traslación del mundo friki, apocalíptico y multiverso, Strieber juega con la historia alternativa. En la otra Tierra habitada por humanos el mundo contemporáneo ha marchado por otros derroteros, sobreviviendo los imperios decimonónicos en un típico status quo anterior a 1914. De esta manera, ese otro terráqueo desconoce lo que ha pasado en nuestra Tierra. Y es entonces cuando el Strieber recuerda a Heinlein, y le hace decir a uno de los protagonistas que intenta explicar nuestro siglo XX: “El comunismo fue el azote de nuestro mundo durante sesenta años. Costó mil millones de vida, y las guerras mundiales otros quinientos. Fue una carnicería”. Aunque Strieber le haya puesto un cero de más a las cifras, deja clara su filiación, hasta el punto de no ocultar que el fascismo procede del socialismo.
El personaje central es un escritor que vive en nuestra Tierra, cuyo nombre es un juego de letras con el de Strieber (que nos hemos dado cuenta, hombre). Quizá esta sea la parte más incomprensible del libro, porque hacia la mitad del mismo, lo que parecía un hombre tímido, apocado, medio trastornado, calzonazos incluso, que escribe para pirados, se convierte en la versión intelectual y visionaria de Chuck Norris.
La novela está bien. Se lee con mucha facilidad, y destila tanta ironía como argamasa de guión cinematográfico. Iré a ver 2012, la película, aunque no tenga (casi) nada que ver con el libro, como en su día vi la adaptación de una de sus obras, El día de mañana, con un toque ecoprogre muy acorde con el mentalidad occidental actual.
Esta muy bien jorge, casi no me dejas nada a mi de que hablar. jolines. ya
ResponderEliminarGracias, jordi. Espero leer tu texto sobre los apocalipsis.
ResponderEliminarMe ha gustado y divertido la reseña,Jorge. Un apunte, no se si conocéis la obra de V. Segrelles, un catalán afincado en Valencia autor de los cómics El Mercenario. Bien, pues se relata en esta obra que mezcla la fantasía-épica y la ciencia-ficción, como cada nosecuantos miles de años se abre un portal entre dos universos que comunica dos planetas Tierra, la otra habitada por seres muy avanzados aunque casi extintos... de tipo lagarto.
ResponderEliminarEs evidente que se ha basado en esta leyenda, de la que no tenía conocimiento salvo esta anécdota.
¡Saludos!
Me ha gustado y divertido la reseña,Jorge. Un apunte, no se si conocéis la obra de V. Segrelles, un catalán afincado en Valencia autor de los cómics El Mercenario. Bien, pues se relata en esta obra que mezcla la fantasía-épica y la ciencia-ficción, como cada nosecuantos miles de años se abre un portal entre dos universos que comunica dos planetas Tierra, la otra habitada por seres muy avanzados aunque casi extintos... de tipo lagarto.
ResponderEliminarEs evidente que se ha basado en esta leyenda, de la que no tenía conocimiento salvo esta anécdota.
Saludos
Gracias, Lino.
ResponderEliminarNo recordaba la obra de Vicente Segrelles, y eso que creo que tengo un album suyo por ahí. No era de mis dibujantes favoritos, ni Cimoc mi revista. Los míos eran Richard Corben y las revistas de Toutain -1984, Creepy y Comix Internacional-.
Por otra vía te voy a enviar un enlace que habla de las fuentes de Avatar. Coincide con lo que tú escribiste.
Saludos
Pues Segrelles me fascina, al menos con lo que ha hecho con El Mercenario. Una obra de arte en cada viñeta. Las hacía al óleo, aunque luego se paso al ordenador, imitando el mismo estilo. El otro dibujante que me encanta es Juan Gímenez.
ResponderEliminarBueno, espero con impaciencia por esa «otra vía» que has dejado en un halo de misterio, ese enlace.
:-)
Tienes razón. Cada viñeta era un cuadro, y quizá por eso no me acababa de encajar con mi idea del cómic de CF. Esto no quita para que reconozca que era un auténtico artista.
ResponderEliminarEl "misterioso" enlace te lo he enviado a tu correo de Red de Ciencia Ficción porque fue ahí donde publicaste tu idea.
J
Bueno. Es verdad que para la lectura del El Mercenario era necesario olvidarse un poco de la clásica lectura de cómics, habiendo de planteárselo de otra forma, aunque no por ello, al menos a mí, se me hacía menos agradable.
ResponderEliminarJe, je, si, me imaginaba que era allí en la Rede de Ci-Fi. No te lo voy a reprochar, pero realmente la publicación original está en el blog. Puedo decir orgulloso que esta fue una de las primeras publicaciones que se pueden encontrar haciéndose eco de los sospechosos parecidos de Avatar, a finales de Agosto en cuanto se liberó el primer trailer.
Saludos y muchas gracias por el interesantísimo enlace, que te comentare por «la otra vía» X-D