Dos cosas interesantes se pueden hacer con este libro. Una de ellas es leerlo sin pensar que lo escribió Edgar Allan Poe, lo que libera de prejuicios para la crítica. La otra es más una cuestión de aficionado a la CF, y que consiste en sustituir los objetos marítimos y navieros por los propios de la space opera. Es decir; donde aparece “barco”, “isla” y “cuchillo”, leer “nave estelar”, “planeta” y “fáser”. Los dos experimentos son gratificantes. Con el primero, ignorar que es una obra de Poe, se puede ajustar la novela a una nueva dimensión; y con el segundo nos volvemos a dar cuenta de que lo que realmente hace a una novela grande es la historia humana y no la actualidad del entorno tecnológico.
Poe dio a La narración de Arthur Gordon Pym la forma de un libro de viajes, uno de aquellos típicos volúmenes que se publicaban a principios del siglo XIX en los que un aventurero describía los lugares, las gentes y las costumbres que había conocido en su periplo. Era un género de moda entonces, típico del romanticismo, con gran capacidad para la evocación y la ensoñación del lector, que imaginaba exotismo y magia en pueblos y tierras distintas. Poco después tendrían relevancia las Sociedades Geográficas dedicadas a la exploración. Y es que el Ochocientos fue la última época de los descubridores, que en la literatura de aventuras culminaría a mi entender Arthur Conan Doyle con El mundo perdido.
Esa forma de libro de viajes obligó a Poe a introducir una especie de diario, y descripciones que de otra manera carecerían de sentido, como son los detalles sobre los aparejos del barco o acerca de las especies animales que encuentran. Son precisamente esas descripciones las que introducen una pausa, un poco de calma chicha en medio de un relato trepidante.
La novela tiene dos partes. En una se cuentan las peripecias y el drama de Gordon Pym con sus amigos August y Peters; y en otra se relata el viaje fantástico a la Antártida. Todo apunta a que la primera parte, en la que Poe deja claro que es un maestro en la narración del terror y la angustia, es la justificación de la segunda. Si Poe quería contar el descubrimiento en el Polo Sur era preciso que antes contara cómo era posible que un barco se adentrara allí. Es cierto que podía haberlo hecho de otra manera, pero hubiera dejado de ser Poe. Porque lo que da valor a la novela es la segunda parte. Es como si en 1838, entre las decenas de libros publicados sobre descubrimientos, se pudiera resaltar a uno que cuenta algo que aún hoy se sale de lo normal.
Gordon Pym se adentra en una zona inexplorada, en la que en lugar de encontrar el Continente helado halla una tierra cálida, tropical, habitada por una tribu de seres negros. Esa tribu es sanguinaria y bárbara, traidora, pero que vive aterrada por algo ante lo que exclaman “Tekeli-li”. La causa de dicho temor aparece primero en una gruta inmensa, en unos toscos relieves en los que una figura humana alerta sobre un “ser tenebroso”, y luego al final del viaje, cuando más al sur se topan con un “gigante blanco” –al que Lovecraft llamó Mi-go en En las montañas de la locura, y que pertenece a los Primigenios en su cosmología-.
Poe señala en la novela un vínculo entre esa tribu negra y los etíopes por la escritura de los relieves encontrados en una cueva, pero puede ser porque aquella gente emigró hacia el sur, o bien porque era la forma de escribir de una civilización universal anterior que conocía al “ser tenebroso”. Y es que se puede especular sobre un final abierto, y La narración de Arthur Gordon Pym lo tiene.
El final es abrupto. El relato termina antes de que se sepa quién es el gigante blanco. Poe concluye la novela con un capitulo escrito por el editor de Gordon Pym. El hombre se excusa por la falta de conclusión, dice que no ha podido encontrar a Peters, que residía en Illinois, y resume la incertidumbre de los últimos capítulos. Y a partir de esta situación es de sobra conocida su influencia en Stevenson, Verne o Lovecraft, entre otros muchos.
Por último, quiero agradecer a Guillermo (Atreus) y Manuel Rodríguez, blogueros colegas, que me recomendaran vivamente la lectura de este libro.
Gracias por tu mencion y de nada por la recomendación. Es ciertamente una novela extraña e inclasificable. Especialmente terrorífico me pareció también el confinamiento del protagonista en la primera parte o las desesperadas escenas de supervivencia en el naufragio. Y en cuanto a la criatura final... ¿en qué estaría pensando Poe? ¿Tenía alguna explicación o nunca llegó a profundizar en ella? El que no lo sepamos forma parte del misterio.
ResponderEliminarHola, Manuel.
ResponderEliminarLa parte más angustiosa es en la que están flotando a la deriva, y las más emocionante cuando encuentran a esa tribu extraña. En cuanto al ser blanco, creo que la técnica de dejar en el aire el asunto forma parte del estilo de Poe y del terror en general.
Me alegro de que hayas vuelto.
Saludetes.
Me alegro de que te haya gustado ;-)
ResponderEliminarComo señala Baudelaire, en toda la obra de Poe siempre se refleja la idea del DESCENSO, un descenso a los infiernos o a la locura o basicamente a la realidad latente, que se representa alegóricamente mediante catacumbas, sótanos, remolinos, etc. Pues en esta novela no es menos, y casi que es la representación más anodina de este concepto de descenso: un periplo hacia el SUR del mundo.
Se trata, además, de una obra con una intencionada mezcla de tipos y estilos narrativos con el único propósito de escandalizar a los lectores de la época. Poe quiso gastar una broma, y desde luego que lo consiguió. Por otro lado, hay muchos estudios que defienden que la entera novela es, en su notable ambiguedad narrativa -y como ya mencioné en otro post-, todo un trabajo de METANARRACIÓN... un irónico juego de ficciones con el que Poe trata de hablar precisamente de la ficción y de los bordes difusos entre esta y la realidad.
Algo similar a lo que recientemente ha hecho Tarantino con 'Inglourious Basterds': hablarnos de la ficción y de los procesos de creación artística del cine... mediante el propio cine.
Y la secuencia de "la sonrisa" del hombre del barco de muertos... imborrable, inolvidable. Joder, ¡qué pasada!
¡¡¡Vaya comentario a mi comentario!!! De diez, Guille. Gracias. Y sí, lo del capitán sonriente y el barco fantasma es de lo más espeluznante de la novela.
ResponderEliminarSaludetes y abrazos.
No estoy de acuerdo con tu afirmación de que "lo que realmente hace a una novela grande es la historia humana y no la actualidad del entorno tecnológico.". Hay novelas cuya actualidad del entorno es imprescindible para el trasfondo que tienen. Cierto que la historia humana siempre es importante, pero hay materias filosóficas que se desgranan en historias actuales de forma impensable antes.
ResponderEliminarNovelas metafísicas tales como "Ciudad Permutación", donde se explora entre otras cosas lo que significa el yo y el ser humano en realidad, o "Excesión",con máquinas inteligentes con intereses muy diferentes a los de los humanos, son un ejemplo de lo que comento. Quizá "Ilión" entre también en estos ejemplos.
Hola, anónimo, gracias por participar. Yo tampoco estoy de acuerdo contigo. El significado del yo y del ser humano no son materias filosóficas impensables antes de que aparecieran en algunas novelas de CF, pues ya trataron esa cuestión -que es la cuestión central en la filosofía- los griegos, los escolásticos, o Kant y Hume.
ResponderEliminarLo que hacen Greg Egan o Dan Simmons es abordar desde la CF temas permanentes en la reflexión del ser humano sobre sí mismo.
Saludetes.
Bueno, supongo que siempre es muy relativo qué conceptos de una novela son los más importantes, si la parte de anticipación tecnológica, o el discurso humano. Supongo que dependerá siempre de la propia obra, de las capacidades del autor, y de las pretensiones de la primera.
ResponderEliminarY en relación a mi comentario, muchas gracias Jorge, pero vamos, no es pa tanto ;-) No es más que un conjunto de ideas sueltas y sin el más mínimo orden y cohesión, que llevo dando vueltas en mi cabeza desde que leí por segunda vez el libro, hará medio año más o menos. Mi objtivo por aquel entonces era reseñarlo en mi blog, pero visto el tiempo que siempre tardo en poner un poco de "cemento" y orden a mis ideas sueltas, y el poco tiempo que tengo desde hace ya mucho, no he podido hacer nada con ellas.
Mira si de verdad no es pa tanto el comentario, que de hecho me he equivocado. No fue Baudelaire quien destacó lo del motivo del descenso en la obra de Poe (aunque seguro que el bueno del francés se dio perfecta cuenta de este detalle), sino que oí que lo dijo un tal J.R. Hammond, un tío que supuestamente ha publicado análisis sobre Poe, Wells, Stevenson, Orwell, etc.
Aún así, es un tema fascinante. Es verdad que en el 90% de su obra siempre se refleja ese concepto, sea real o metafórico.
Por cierto, ¿alguien ha leído la secuela que escribió Verne? La de 'La Esfinge de los Hielos'. Yo creo que paso, porque leer más cosas sobre Pym y su partenaire puede que le quite mítica y desde luego misterio a lo que escribió Poe... pero me molaría leer algún comentario sobre esa obra.
¡Saludetes!
Hola, Guillermo.
ResponderEliminarLa verdad es que tampoco yo estoy animado a leer "La esfinge de los hielos". No he leído ningún comentario positivo. Te mando dos links por si quieres echarle un vistazo. Uno es la novela en pdf y el otro la versión de "Joyas literarias ilustradas" en cbr.
http://www.linksole.com/x90loj
http://www.megaupload.com/?d=14DTC281
No te preocupes por Baudelaire, que le dio demasiado a todo menos a las galletas maría.
Saludetes
La Esfinge de los Hielos, que estuve buscando durante bastante tiempo, y al final la encontré de saldo en parís-Valencia es...mala, muy mala. Sirva como curiosidad por ser la "continuación" de la novela de Poe, pero poco más.
ResponderEliminarGracias por la advertencia, Javier. No caeré en la tentación ni por curiosidad.
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