domingo, 31 de octubre de 2010

DAMON KNIGHT - Tiranía universal (1964)

Presento aquí uno de los peores libros que he leído; tanto, que no sé por dónde abordar la crítica. Puedo decir que es un buen planteamiento desaprovechado o mal resuelto. Que el desarrollo es anodino y prescindible, los personajes tontos y el escenario incoherente. No hay nada que sorprenda, emocione o haga reflexionar. Es más; según iba leyendo disminuía la esperanza de entender el sentido del título en español, Tiranía universal, o en inglés, que primero fue The People Maker y luego A for anything, y al final me quedé con las ganas. He dejado pasar unos días desde que terminé el libro y aún no he pillado el por qué del título. Es como si se tratara de una enorme broma particular, o que lo puso a boleo.

Yo había terminado El viaje del Beagle Espacial, de Van Vogt, con el que disfruté mucho, y comencé el de Knight creyendo encontrar una obra de ciencia ficción distinta, alternativa, justamente escrita por aquel que se hizo famoso en su día por criticar al primero. El título parecía prometer, lo que confirma una vez más que no hay que fiarse de las apariencias.

El libro comienza con un planteamiento digno: en 1971, un tipo recibe en su casa y de forma anónima un “gismo”, que resulta ser un chisme que duplica cualquier objeto. A continuación nos enteramos por una conversación telefónica que el FBI había impedido que el gismo se distribuyera, pero que el inventor, un tal Ewing lo había enviado a cien personas, que a su vez lo duplicaron para dárselo a familiares y amigos. No sabemos por qué Swing hace eso, pero vale. En un solo día todo el mundo tuvo lo que quería sin necesidad de trabajar. Las estructuras de la civilización cayeron, en lo que llaman “el Cambio”, para que surgiera algo distinto: el feudalismo, el esclavismo y la parálisis científica. Aquí pensé que el libro iba a relatar los pasos de la evolución de la Humanidad a raíz de un cambio tecnológico decisivo, muy al estilo de Asimov, pero qué va.

Knight castiga con doscientas páginas de intrascendente relato de un señorito rodeado de esclavos, a los que llaman “cuerpos”. Que si vida de lujo, que si explotación del hombre –pero sin profundizar-, que si duelos sin tensión, que si mayorazgo y herencia del señorío. La duplicación de personas con el gismo podría haber servido a Knight para crear paradojas y problemas reales, pero ni por esas. Y claro, con tanta injusticia se produce la rebelión de los esclavos. Entonces pensé que Knight iba de new wave y que me iba a soltar un sermón sobre la alienación del hombre, lo del “el hombre es un lobo para el hombre”, pero tampoco. De pronto, hay una especie de reflexión sociológica, pero tan banal que serviría para cualquier programa de la telebasura o de argumentario para uno de nuestros politiquillos al uso. Porque el líder de los esclavos se plantea qué hacer una vez derrote a los hombres libres: esclavizar a los libres, echarlos, distribuir gismos; no, la solución es… aprender a convivir como iguales. No me salió la lagrimita, lo siento.

Y el colmo es cómo termina –esta vez no me importa contarlo-. El protagonista, Dick Jones (qué nombre más sobado), es liberado de los esclavos revoltosos y se entera de que los “cuerpos” han matado a sus padres. Los soldados dicen que los esclavos se han refugiado en el bosque y que los buscarán para matarlos. Pues va el jovencito Jones y dice: “Los encontraré yo personalmente”. Knight, crecido, pero muy crecido, suelta entonces: “Volvió los ojos hacia el Este, hacia Buckhill –donde vivían sus padres, unos cabroncetes de cuidado-. Ya no quedaba ninguna emoción en su interior: pero sabía que por fin era un Hombre y que tenía una labor que realizar”. Es uno de esos momentos en que al lector se le queda la boca abierta en un rictus indescriptible, y piensa: ¡Qué gilipollez!

Podría ser una parábola sobre la lucha por los derechos civiles de los negros en EEUU en la primera mitad del siglo XX, pero casi, con el final que tiene, mejor que no. O una reflexión sobre la importancia del trabajo y el esfuerzo individual, de los engranajes del capitalismo para que exista la libertad individual, pero sería forzar el texto tanto que nos podrían acusar de malos tratos. No he encontrado nada más.

Leí varias veces la minibiografía de Knight: adolescente de los Futurians, santo santorum de la CF, profesor de taller literario, y un premio lleva su nombre. Aún no me lo explico. No leáis este libro si estimáis en algo vuestro tiempo. Ha quedado claro, ¿verdad?
  

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