El esquema de la novela es sencillo: un protagonista común
sin habilidades especiales va madurando
según se aleja de su vida cotidiana y tiene aventuras. Es como uno de esos cuentos tradicionales acerca del paso a la madurez, un Ulises de 50 centímetros. El típico viaje de aventuras en el que el protagonista se descubre a sí mismo al tiempo que descubre el mundo, es un clásico. Lo característico del fantástico es la construcción de un universo, y aquí está la clave del éxito, en la elaboración de una colección de personajes, territorios y cosmovisiones con una lógica interna. Y Tolkien lo consigue.
según se aleja de su vida cotidiana y tiene aventuras. Es como uno de esos cuentos tradicionales acerca del paso a la madurez, un Ulises de 50 centímetros. El típico viaje de aventuras en el que el protagonista se descubre a sí mismo al tiempo que descubre el mundo, es un clásico. Lo característico del fantástico es la construcción de un universo, y aquí está la clave del éxito, en la elaboración de una colección de personajes, territorios y cosmovisiones con una lógica interna. Y Tolkien lo consigue.
El mapa es casi imprescindible en el género fantástico, porque
el paisaje y el contacto con la naturaleza son citas obligadas. La ciencia es
magia, y la razón es sustituida por los instintos y los valores medievales –el
honor, la herencia, la lealtad, la hombría, la tierra de los padres,…-. En
realidad es una vuelta de tuerca, modernizada, al relato del romanticismo
tradicionalista del XIX, aquel que añoraba la Edad Media como una época
gloriosa para el espíritu humano frente a la industrialización y al crecimiento
de las ciudades. De aquí procede parte del choque –siempre pacífico, claro- que
en ocasiones se produce entre los aficionados a la ciencia-ficción y al
fantástico, cuya mediación podría ser la space opera.
La historia creo que es bien conocida. Gandalf elige a Bilbo
Bolsón, el hobbit, para hacer un viaje con doce enanos a la montaña del dragón Smaug, quien
arrasó toda una comarca, la de los enanos, y guardó todos sus tesoros. Bolsón
vive como un burgués de la campiña inglesa, uno de esos gentleman afincado en la campiña que
sólo piensa en la comodidad de su hogar y en la delicadeza de los platos que
cocina. El encuentro con los enanos en su casa horadada en la colina es
de antología; y clave para definir el viaje interior de Bilbo.
Las aventuras se suceden: los trolls, los trasgos, Gollum –un
personaje que, como sabemos, dará mucho de sí-; los wargo –lobos endemoniados-;
las águilas; Beorn, el hombre oso –prototipo del self made man tan arraigado en
la cultura anglosajona-; Bardo, de la Ciudad
del Lago –que representa la primacía de los dones naturales y el esfuerzo
personal sobre la jerarquía institucional-. Y luego el lugar maldito,
prohibido, oscuro, que supone la prueba para esa madurez; que en este caso es
el Bosque Negro. Allí es donde Bilbo tiene que poner en práctica ese salto
cualitativo que se ha producido en su espíritu.
El momento culminante no es la muerte del dragón, que si en
el libro es espectacular, en el cine, con poco que hagan, será épica. No; ese
momento es la Batalla de los Cinco Ejércitos, que sin lugar a dudas será la
escena central de la tercera entrega de la película, y donde aparecen todas las
razas, y más, que han ido desfilando por el libro.
El final es característico de Tolkien: ¿Qué ha pasado en
casa mientras el mundo se debatía entre el bien y el mal en un lugar remoto? Eso
se descubre en la vuelta al hogar, por eso se titula “Historia de una ida y una vuelta”.
Nos encontramos con la exposición cruda de la mezquindad humana. Cuando Bilbo llegó
a Bolsón Cerrado, Hobbiton, sus primos estaban subastando sus enseres porque le
creían muerto. Aquella casa a la que había soñado regresar ya no
existía, lo que no deja de ser una metáfora: aquel Bilbo, el anterior al viaje,
ya no estaba. Recuperó los enseres después de años, incluso algunas cosas las
tuvo que comprar. Bilbo rompió la relación con sus ambiciosos primos. Todos los
hobbits cercanos le consideraron un “raro”, excepto los sobrinos Tuk, esa rama
de la familia que era aventurera.
En fin; una gran historia que me ha merecido la pena releer y que cuya sabiduría podría resumirse en una escena: Una
tarde de otoño, Bilbo estaba escribiendo Historia de una ida y de una vuelta.
Las vacaciones de un hobbit, cuando recibió la visita de Gandalf y Balin. “¿No
dejarás de creer en las profecías sólo porque ayudaste a que se cumplieran?”; no, claro que no, ni Bilbo, ni yo, porque, como sentenció el mago gris, “Eres sólo un simple
individuo en un mundo enorme”. Simplemente maravilloso.
Hola majete.
ResponderEliminarYo leí El Hobbit allá por el 93 ó 94 y fué el desencadenante que me hizo meter la cabeza en los tres tochos del Señor de los Anillos. La verdad es que me gustaron todos por igual, aunque es cierto que el primero (El Hobbit de marras) tenía algo distinto.
La película de los anillos me negué a verla (cosas mías) y creo que tampoco veré la nueva. Prefiero que me cabeza tenga las imágenes que mi extraña mente pintó al leer los libros (dos veces cada uno, por cierto).
Ahora, El Silmarillion lo intenté un par de veces también y casi lo tiro por la ventana.
Por cierto, me acabo de acordar de un grupo que viene al pelo. La Dama se Esconde.
Be good man.
Hola, Miguelito.
ResponderEliminarDeberías ver las pelis porque están muy bien hechas; es más, considero que las del Señor de los Anillos dan a la historia una emoción y un ritmo de los que los tres librazos carecen (que sí, que lo mismo tiene menos "filosofía", pero para eso está Kierkegaard, no Tolkien). Te gustarán, aunque no son "Resacón en... Mordor" XD.
Coincido en lo de El Simarillion, que tiene un aire a Antiguo Testamento que resulta muy poco atractivo.
Lo de "La dama se esconde" imagino que será por otro tema... :)
Saludetes
Hola majete.
ResponderEliminarEl amigo Nacho Goberna, a la sazón, cantante, compositor y guitarrista del grupo también era un enteradillo de Tolkien y algunas de sus canciones sonaban a las tierras medias que daban gusto.
En la época en la que andaba yo leyendo estas cosas me daba por poner sus discos y molaba. Cosas que pasan...
Bye.
¡Qué chulas son las ilustraciones de Smaug! Quítale algo de esa montaña de oro, por poco que sea, y seguro que se da cuenta, jeje.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo con lo que dices de las pelis. Peter Jackson supo llevar muy bien las novelas al cine, no se limitó a copiar y pegar. Aun así, yo me quedo con los libros... menos con el Silmallirion.
Hola, Watson. Creo que en El Silmarillion coincidimos casi todos jejeje
EliminarSaludetes y gracias por comentar.