Conocí a este autor por una entrada en Facebook de José
Joaquín Ramos. El editor de Alfa Eridiani pedía adhesiones para la
publicación de las obras de Weinbaum. ¿Y quién era? (Qué le vamos a hacer, yo
sí reconozco mi ignorancia). Lo busqué, encontré su biografía y el artículo que
Isaac Asimov escribió sobre él. Me pareció interesante, sobre todo el que
hubiera sido un innovador, un tipo capaz de hacer algo “distinto”. Asimov lamentaba
su muerte prematura (casi siempre lo es) y señalaba la importancia de su relato
“Una odisea marciana” por la sencilla razón de que Weinbaum había descrito por primera vez a unos alienígenas inteligentes pero cuyos parámetros mentales
discurrían por otro lado. Ya no se trataba, decía, de humanos o humanoides de
distintos
colores, como Burroughs, sino de seres totalmente diferentes.
colores, como Burroughs, sino de seres totalmente diferentes.
Enseguida encontré la obra, la descargué y le di el formato
para mi papyre. Asimov tenía razón. La historia era el relato de un explorador
humano en Marte, que perdido por un fallo mecánico, tiene que andar para
encontrarse con su equipo. En esa “odisea” encuentra un ecosistema muy
peculiar, con césped que se mueve para dejarle paso, una alimaña telépata que
embauca a sus víctimas, un animal-roca que construye pirámides y una colonia de
seres raros, muy raros. Pero el personaje más característico es una especie de
avestruz, con el que nuestro humano consigue comunicarse gracias a que el bicho
entiende el significado de algunas de las palabras en inglés que le suelta. El comportamiento
del avestruz es curioso, gracioso en ocasiones, inteligente siempre.
La historia no tiene un argumento; es decir, no desarrolla
un relato, sino que su magia está en los encuentros que tiene el humano. Weinbaum
lo tituló perfectamente: es una odisea en la que lo importante es el viaje, lo
que se descubre, conoce y aprende, los personajes con los que se topa.
Frente a este relato intemporal, muy bien construido y
contado, está la escenificación de cómo lo cuenta el protagonista. Los personajes
humanos son prototipos, muy americanos, incluso en los tópicos del francés
que los acompaña. Sus diálogos son demasiado forzados, cuadrados, en los que
todo es brillante, tanto la pregunta como la respuesta, lo que le quita un poco
de realismo. En esto me ha recordado, por ejemplo, los diálogos de la excelente
película The Thing (que llevó a la pantalla el relato de Campbell) y el libro
de Scalzy, La vieja Guardia.
Aun así, la lectura de este relato largo es imprescindible
para cualquiera que quiera tener una buena perspectiva de la ciencia-ficción.
Uno de los mas grandes...y de mis preferidos, tengo en Argentina un fanzine donde hay reportaje a la esposa, gran material de este talentosisimo autor, muerto tan joven, y casi desconocido en el mundo hispano, que conoce un 10% de estos talentos..si estamos en contacto trato de acercarte ese material
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