Leí en el blog
El fin de la Eternidad, de mi compi galáctico Lino Moinelo, que
James Cameron había basado su
Avatar en un cuento de Anderson; luego he leído lo mismo en otros sitios. Yo me resistía a ver la película. El engaño del 3D y la atosigante campaña de publicidad no me seducían. La trama de la cinta tampoco era de mi agrado, pues encajaba con la
tontería ecoprogre que nos rodea. Otros tipos decían que Cameron se había basado en unos relatos de los hermanos
Strugatsky –ya hablaré de estos soporíferos autores soviéticos-. Incluso algún perturbado afirmaba que se trataba de una americanada, lo que no deja de ser irónico al hablar de un género, el de la ciencia ficción, que no sería prácticamente nada sin los autores y la industria anglosajonas. Como siempre decido por mi cuenta, encontré el cuento de Anderson titulado
Llamadme Joe, y vi la película de Cameron a continuación.