domingo, 25 de diciembre de 2011

CORDWAINER SMITH - En busca de tres mundos (1966)

Lo que me gusta de Cordwainer Smith es la capacidad para imaginar mundos que se salen del tópico de la ciencia-ficción, y especialmente la carga filosófica tan positiva que tienen sus relatos. Destilan un gusto por la vida que me ha llevado siempre a terminar sus relatos con su sonrisa. Pero es que el tipo me cae simpático por su trayectoria vital y profesional, como no podía ser de otra manera. También por esto intento siempre buscar paralelismos con su experiencia en China. 

En busca de tres mundos es una novela que no tiene la fuerza o la frescura de Norstrilia; es más, es preciso leer este última antes de adentrarse en los avatares de Casher O'Neill, el protagonista del libro que ahora comento. Es la historia de una búsqueda equivocada de la venganza. La acción se sitúa en el Segundo siglo de Redescubrimiento del Hombre; es
decir, que los nombres, los idiomas y las costumbres se toman del pasado. Casher es sobrino del que fue dictador de Mizzer, el planeta de arena en la triada de Cordwainer, que ha sido derrocado por otro tirano. Y como si fuera un viaje de experimentación, Casher va a cada planeta para conseguir un objeto con el que retomar el poder en Mizzer. En cada planeta tendrá que superar una prueba que le enseñará lo erróneo que es desperdiciar la vida buscando venganza. 

Las subpersonas son esos individuos modificados para contener en un sólo ser a un hombre y a un animal. Esta mezcla les hace moral y filosóficamente superiores, y son los que hacen ver a Casher lo equivocado que está. En Pontoppiden, el planeta de las gemas, conoce a una mujer-perro que le dice que hasta que no deje de buscar venganza, no será feliz. En Henriada, el planeta de las tormentas, una subpersona tortuga llamada T'ruth (nótese el juego de palabras con "truth", "verdadero" en inglés) le enseña que la libertad consiste en averiguar qué somos y cumplirlo. 

Los acontecimientos llevan a que T'ruth, con un gran poder de telepatía y una enorme inteligencia y poder de empatía- sea impresa en la mente de Casher. Así vuelve a Mizzer, siendo otro hombre. Cordwainer introduce aquí un elemento religioso: las palabras de Casher son propias del cristianismo antiguo. El Signo del Pez y un "hombre sufriente clavado en dos maderos". La liberación de Mizzer se produce entonces sin derramamiento de sangre, solamente porque Casher consigue cambiar la mente de su tirano. Sin embargo, el camino no ha terminado. Rechaza el poder y viaja hasta la ciudad perdida, donde al fin, Casher comprende el sentido de la vida -que en este caso no es 42-, sino tener placeres simples y limpios, y sólo aquellos vicios que ayudan y estimulan. 

Pero Cordwainer Smith no tenía suficiente con más de trescientas páginas de ideas y personajes, de filosofía y religión, sino que remata con un cuento sobre la respuesta de la Instrumentalidad a un informe de Casher y Celalta -su compañera-. Tres personas modificadas en artefactos llegan al Tercer Planeta  (¿La Tierra?) de un sistema solar dominado por antropófagos y homicidas. Y cuando someten el planeta, de uno sale un hombre llamado Alan (¿Adán?), de otro una mujer llamada Ellen (¿Eva, Eve en inglés?) y del tercero sale un alma, para fundar una colonia humana. En fin, el Génesis bíblico. 

En fin, una novela sorprendente, sin ser la mejor de Cordwainer Smith, pero que engancha por el trasfondo filosófico. 

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