Este es el tercer relato de la serie de los viajes oníricos de Randolph Carter. El cuento tiene varias peculiaridades. La primera es que no fue escrito originalmente por Lovecraft, sino por Edgar Hoffmann Price. Lo que pasó es que "el maestro" decidió arreglarlo, y lo cambió casi por entero, menos alguna cosa. Por ejemplo, Price creó un personaje que parodiaba a Lovecraft, llamándolo "Ward Philips", al que describe como un sabio de Providence y que juega un papel básico en este cuento.
Otra de las peculiaridades es la aparición de los mitos de Cthulhu. En esta narración, con Yog-Sothoth, como en El caso de Charles Dexter Ward, y en el lenguaje utilizado en el manuscrito, el r'lyehiano, que ya vimos en
La llamada de Cthulhu y en la colección de August Derleth titulada La máscara de Cthulhu.
La llamada de Cthulhu y en la colección de August Derleth titulada La máscara de Cthulhu.
Recordamos que Randolph Carter (RC) ha conseguido La llave de plata, que le permite cruzar un puerta a otra dimensión tras realizar un ritual. Un guía acompaña a RC entre la primera y la última puerta. Al pasar esta última, RC se convierte en infinidad de personas, pero siempre él mismo: cualquier objeto animado, en cualquier lugar y en cualquier tiempo. Asiste así, totalmente paralizado, a la creación del cosmos, como en la novela La casa en el confín de la Tierra, de William Hope Hodgson, considerada uno de los precedentes de los mitos de Cthulhu. La semejanza con este libro llega al punto de que cuando RC llega al Yaddith, se convierte en su yo allí: un ser con hocico y pezuñas, al igual que en la obra de Hodgson. Esta situación hace que RC retrase su vuelta a la Tierra durante años, tras vencer a la conciencia de su yo alien, y tomar una nave que viaja en el tiempo y el espacio. Su propósito es regresar para descifrar un manuscrito r'lyehiano y así recuperar su forma humana.
La ausencia de RC obliga a considerar a sus herederos y amigos a considerar que ha muerto, por lo que se reúnen cuatro personas para decidir qué hacer con sus bienes. Ahí se encuentran el citado Ward Philips, un amigo francés de RC, al que conoció en la Legión Extranjera y que le llevó a Bayona donde le eseñeó "ciertos misterios". Es curiosa, por cierto, la fascinación de los escritores norteamericanos de terror, del primer tercio del siglo XX, por la vieja Europa como lugar de secretos.
También está presente un abogado y un extraño indio, un Swami, que lleva un turbante y la cara medio tapada. Es éste último el que les cuenta la historia de RC por el cosmos, e insiste en que está vivo y que volverá. ¿Por qué lo sabe? No lo voy a contar. Tendrás que leer el cuento.
La historia, por último, es muy entretenida, fascinante en ocasiones, que genera el tan ansiado sentido de la maravilla, con un desarrollo y final muy tradicional, al estilo de Edgar Allan Poe y que se vendía muy bien en las revistas pulp de la época; de hecho fue publicado en Weird Tales en julio de 1934.
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