Tenía ganas de aventura, y decidí leer algo de space opera, pero space opera de calidad. Rebusqu

é y me quedé con dos: Vance, y Pascual Enguídanos vestido de George H. White. Indagando en la internet di con una librería en Madrid especializada en libros de CF; de segunda mano, por supuesto. Hice mi excursión matutina, sabadera, y me encontré con que aquello era un caos. Los libros estaban envueltos en plástico, lo que les preservaba de los curiosos como yo, pero que me impedía ver si le faltaban páginas, estaba mal cortado, si la letra era liliputiense o el traductor estuvo de parranda aquellos días. Tampoco estaban ordenados alfabéticamente, un error que convierte siempre la