A este libro llegué por pura casualidad. Me lo encontré fisgando en el despacho de mi suegro, en una de esas largas tardes de visita en las que el tiempo pasa lenta, muy lentamente. La verdad es que era raro que un libro de ciencia ficción estuviera allí, entre tratados sociopolíticos caducos y tomos sueltos de colecciones prescindibles. Pensé en dejarlo cuidadosamente donde estaba, tomándolo como un pasatiempo para otras visitas. Pero no me pude resistir: lo tomé prestado -que sí, que lo he devuelto-, y lo apuré en unos días.
El volumen son cuatro historias sacadas de La estrella imposible, que es como Edhasa tradujo en España la obra Best Science Fiction Stories of Brian W. Aldiss (1965). Esta obra recopilaba los relatos que publicó en la revista New Worlds de Michael Moorcock. El seleccionador español quiso reunir cuentos de temática distinta, lo que no está mal, pero decidió titular el volumen con la referida a los alienígenas, El exterior. ¿Por qué?
Me imagino que porque para mucha gente la CF es nada más y nada menos que marcianitos.
Me imagino que porque para mucha gente la CF es nada más y nada menos que marcianitos.
En los relatos recogidos hay un criterio común: lo importante no es la tecnología, sino el ser humano. En consecuencia, lo que está muy trabajado es la personalidad de los personajes, mientras que se muestra un evidente desdén hacia lo científico. Quizá esto se deba a que las pasiones humanas son más permanentes en la historia de la Humanidad que los avances científicos. Además, a Aldiss se le nota cierto resquemor o desconfianza hacia la carrera tecnológica. Es posible que esto sea porque el autor perteneció a la tendencia new wave que dominó en la literatura de CF en los sesenta, y en la que la espiritualidad, la búsqueda interior y una nueva relación con la naturaleza eran los ejes de su planteamiento vital. Es más, parece ser que Aldiss sentía cierta aversión hacia la CF hard.
Esta mentalidad está presente en el primer relato, titulado ¿Cómo se puede reemplazar a un hombre?, en el que los robots creen que se ha extinguido el ser humano, y en su proceso de "liberación" y "afirmación" reproducen las peores actitudes del hombre. Del mismo modo, ese resquemor hacia lo científico está en El hombre en su tiempo, el cuarto cuento, en el que un astronauta regresa de Marte con un adelanto en su "campo cronológico" de 3 minutos y 3 segundos respecto al campo de la Tierra. A Aldiss le importa un pepino murciano la comprobación científica de las teorías que se manejan en el cuento, y me parece bien.
El espíritu new wave está presente en Hacia adelante (sic.), el tercer relato, que es un viaje en el tiempo donde se dan cita las preocupaciones de la sociedad de los años sesenta: la superpoblación -Aldiss era amigo de Harri Harrison, el de Hagan sitio, hagan sitio- y el materialismo frente a la búsqueda de la espiritualidad. Este interés por los caracteres propios del hombre está en la historia relativa a los alienígenas, El exterior, en la que parece ser que la reproducción fiel del ser humano será la perdición del extraterrestre.
Las historias están bien (se lo diré a mi suegro un día de estos), entretienen, hacen pensar, no duermen, son distintas, pero adolecen de inconclusión; es decir, carecen de un verdadero desenlace. A lo mejor era éste precisamente el propósito de Aldiss, el obligar al lector a pensar más allá del punto y final. Vaya.
el primero libro lo tiene mi hermnao, tiene 3 libros de esa colección de novelas de verano, y esa novela es fantásica, la del exterior, pero no es un marcianito'
ResponderEliminarMarcianito: dícese de todo ser verde procedente del espacio exterior -Hulk no entra en la definición, está claro-. :)
ResponderEliminar