No soy aficionado a las películas del Oeste; en general me cansan. Sin embargo, hay películas como “El hombre que mató a Liberty Valance”, o las venganzas protagonizadas por Clint Eastwood, que me gustan. ¿A quién no le excita un buen ajuste de cuentas? Bueno, pues El soldado de Jerry Pournelle arranca como si fuera un western, donde los personajes, el entorno y la trama parecen arrancados de alguna escena holywoodiense de indios y vaqueros. Y es que todo el planeta Arrarat, donde Pournelle sitúa esta precuela de El mercenario, es un lugar donde se combina el Viejo Oeste de EEUU, el París del Medioevo y “unas gotitas de las Mil y una Noches”.
Arrarat no es un planeta cualquiera, ni mucho menos. Lo compró la Fundación Mundial de Iglesias, lo bautizó, y luego lo llenó de colonos piadosos. Hasta ahí bien. Después llegaron las malvadas empresas mineras y encontraron “torio”, un mineral, con lo que la tierra de promisión se plagó de mineros ansiosos de juerga en plan “Acción Mutante”, y para satisfacer la demanda se instalaron los tahúres y las prostitutas. Los colonos pidieron ayuda al Gran Senado; pero en lugar de conseguir un auxilio cualquiera, un ejecutivo de la Ofcorr tuvo una idea brillante: “voy a enviar presos en los cargueros vacíos y allí los soltamos porque somos humanitarios”. Así lo hizo, lo condecoraron por listo, y Arrarat “tuvo el índice de criminalidad más alto de toda la historia de la Humanidad”.
El ejército del CoDominio por fin llegó a Arrarat, donde amuralló su capital, Harmony, fundó otra ciudad, y nombró al gobernador, Hugo Swale, el malo, que es el tipo que negocia con los gobiernos locales, formados por los presos, para la explotación minera de su territorio. Pero el negocio se le va de las manos, y las fuerzas de esos gobiernos resultan ser canallas que asaltan las granjas de los colonos piadosos. Es preciso meterlos en cintura, pero no mucho, y es entonces cuando aparecen los nuestros, el 501 de Falkenberg.
En este relato, Falkenberg deja el protagonismo a un tal Slater, un teniente recién salido del horno académico. Forman el Batallón 501, del cual la mitad son reclutas y un cuarto son soldados despreciados en sus cuarteles. Están dirigidos por un coronel retirado y el capitán más joven del CoDominio, nuestro amigo Falkenberg. El 501 no tiene, además, “ni la cuarta parte del equipo del que dispone un batallón regular de línea”. Es una fuerza deliberadamente débil. ¿Por qué? Porque el plan del gobernador de Arrarat es utilizar al 501 para controlar a los gobiernos locales, con los que tiene negocios fraudulentos, pero no destruirlos. Pero, ¿qué va a hacer Falkenberg con los díscolos? Los destroza, y Pournelle lo cuenta que casi te puedes asfixiar con el polvo de la batalla.
Al igual que en El mercenario, el relato bélico está jalonado por una historia de amor; en este caso, entre Slater y una chica de Arrarat que vio como su familia moría defendiendo su granja del ataque de los indios... digo, de los presos enviados por el CoDominio, y sufrió torturas y violaciones indecibles.
El soldado es, por tanto, un western militar y político, donde Pournelle deja clara su opinión de que la política y la corrupción son primas hermanas, en el que los Estados y las leyes no atienden los problemas reales de la gente, sino los intereses de los políticos. Es en este ambiente en el que Falkenberg concluye diciendo: “La Flota es nuestra patria,..., y es una patria honorable”.
Lo he pasado bien, muy bien, leyendo este western cienciaficcionero. Recomendable. No obstante, he tenido que comprarlo en la edición de Ultramar, que tiene más de 20 años, y he acabado con algunas páginas sueltas porque la goma se va, simplemente se va. El ejemplar está viejo y amarillento, y carece de valor. Esta situación me va empujando poco a poco a comprarme un e-book (vamos, el e-reader), pero con calma y cabeza.
Buenas reseñas. Aquí un ignorante que no conocía al amigo Jerry y acaba de escribir su nombre y apellido en un papel, por lo que pueda ser.
ResponderEliminarWestern y CF, una mezcla muy popular. Una de sus más recientes y logradas encarnaciones fue la serie de TV Firefly, con esos planetas "exteriores" poblados por renegados y rechazados por la sociedad...
ResponderEliminarY tienes razón en el e-book. Me han dicho que para octubre sale uno nuevo de Sony que puede resultar interesante... en cualquier caso, del año que viene no pasa...
Hola, Manuel. No me acordaba de Firefly, cancelada absurdamente, y de la que luego hicieron una película, Serenity, que si no has visto la serie no te enteras de nada. Me gustaron mucho.
ResponderEliminarLa verdad es que ayer me compré el e-book, y como te puedes imaginar ya me he hecho con una biblioteca impresionante, de auténticas joyas inencontrables, o de esas que si las encuentras en el mercado de 2ª mano están hechas un asquito. Por ejemplo, los 4 libros de El planeta de la aventura, de Jack Vance, o los 2 (o 4) de Historia del Futuro, de Heinlein. Aún lo tengo a prueba. Ya veré.
Saludetes.
Hola. Aquí estoy, dispuesto de nuevo a navegar por galaxias lejanas.
ResponderEliminarYo es que no ha acabado con los clásicos de Ci-Fi, y no me atrevo a meterme con estos autores. Pero todo llegará. Una vez acabada toda la bibliografía de Asimov, es lo que tiene.
Firefly y Serenity me gustaron. La puesta en escena más la de la peli, ya que en la serie era demasiado «western», y no entiendo porque la cancelaron y hayan dejado a miles de seguidores extrañados.
De momento no me voy a comprar un e-reader de e-books. Puede parecer un poco raro, pero lo veré más práctico para leer cómics (por que se leen más rápido), cuando salgan en tinta electrónica en color.
¡¡Saludos!!
Perdón, confundo muchas veces cuando voy rápido «porque» con «por qué»
ResponderEliminar¡Saludos!