No puede haber título mejor cuando se está pasando una temporada en Roma: Universo de locos. Para un madrileño que vive en una ciudad cuadriculada en todos los sentidos, el impacto de una Roma que desde hace siglos ha hecho del caos un arte, es trastornante. Es preciso ira acomodándose a su ritmo, a su forma de hacer las cosas, a su gente, a esa improvisación constante que impide hacer un mínimo plan. Porque se trata, y parece mentira, de un universo paralelo. En apariencia todo es igual: somos latinos y occidentales, y tenemos la misma tecnología, edificios, coches, y la población se caracteriza por ese melting pot que ya es un hecho. Parece igual, pero no lo es. No creo en el destino, pero en ciudad capitalina, en el paraíso del caos, leí esta novela.
En las calles romanas me sentí a veces como Keith Winton, el protagonista de la obra de Fredric Brown. Winton tiene que aprender a vivir en una Nueva York que no es su Nueva York porque pertenece a un universo distinto. Brown construye un personaje que muy bien podría ser el mismo de Marciano, vete a casa. Es un escritor de relatos de ciencia-ficción que trabaja como redactor en una revista; ese es su mundo, con su jefe, su amada, las cartas de los lectores, y sus relaciones sociales.
Winton tiene la mala fortuna de que un cohete que se ha enviado a la Luna le cae encima y le transporta a un universo paralelo. Todos los líos que tiene entonces son el resultado de la necesidad de ajustarse a la nueva realidad, a ese “universo de locos”, para sobrevivir. El resultado es una novela desbordante de ideas brillantes, capaces por sí solas de ser el eje de un relato independiente. Poco importa que la base científica del relato esté desfasada, porque el resto de suposiciones es provocadoramente disparatado. De hecho, en ese universo de locos, una casualidad en el arreglo de una máquina de coser permite encontrar un mecanismo para viajar por el espacio.
En ese fascinante torrente de ideas es particularmente sugerente la “Niebla negra”, una oscuridad absoluta producida en cada ciudad para impedir que las luces indiquen a los arturianos –malvados habitantes del planeta Artur- dónde están y las puedan bombardear. Winton se ve obligado a salir a la calle cuando esa niebla ciega Manhattan, y allí se encuentra con “los nocturnos”, asaltantes violentos que han hecho de la “niebla negra” un medio para ganarse la vida.
La existencia de múltiples universos paralelos, algo que ya es corriente en la ciencia-ficción –un ejemplo puede ser una obra de Whitley Strieber-, es la clave de la novela. Fredric Brown nos habla de la existencia de infinitos universos, que corresponden a la inteligencia e imaginación humanas, con lo que está colocando al hombre en el centro de la creación, lo que es muy renancentista. Brown hace que el protagonista, Keith Winton, sea transportado a ese universo precisamente porque cuando le cayó el cohete estaba leyendo la carta de un lector adolescente aficionado a la ciencia-ficción. Ese mundo era el reflejo de la mente de ese chico: los selenitas gigantes rojos, la guerra interestelar, la conquista de mundos, y el lector convertido en el gran líder de la Humanidad.
Winton tiene la posibilidad de volver a su universo, pero conocedor del mecanismo de elección –en qué estás pensado cuando se produce la explosión-, la disyuntiva está entre volver a su vida donde la dejó o ir a un universo creado por su mente, a su gusto.
La lección es clara: cada uno tiene que luchar por construir su universo, sea el que sea. Y debe disfrutar con la construcción y con los resultados que se vayan produciendo. Eso hice en Roma y sobreviví.
No llega, bajo mi punto de vista, al nivel de las colecciones de relatos, con lo que quiero decir que se queda meramente en extraordinario.
ResponderEliminarMe encanta Brown.
Gracias, Pedro, coincido. :D
ResponderEliminarUn libro bastante sorprendente. Me encantó cuando lo leí aquella idea de la niebla negra. Consigue un ambiente realmente inquietante. Un clásico imprescindible.
ResponderEliminarHola, Manuel. A mí también me sorprendió. No me esperaba una historia así. Gracias. Saludetes
ResponderEliminarme cuesta creer que Zemekis no haya hecho una pelicula con Universo de Locos
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