Había leído tanto insulto a August Derleth que el tipo
me daba un poco de pena. Que si había tergiversado a Lovecraft, que si había
catolizado a los Primigenios y a los Antiguos, que si había vivido a la sombra
del Maestro. Bueno, pues como todos le zurraban, y de lo lindo, me compré los
tres libros de bolsillo que editó Alianza Editorial. Con un par. Los guardé, y
hace poco decidí leer el que me pareció el más representativo: La máscara de
Cthulhu.
El bueno de Derleth debió pensar que Lovecraft podría ser un
pingüe negocio editorial, y creó Arkham House con la idea de difundir sus
obras. Lo logró, pero su estilo quedó mimetizado al de su escritor adorado. Es cierto
que a Derleth le falta un poco de chispa, sobre todo en la ambientación –clave en
el relato lovecraftiano-, pero sus personajes sí parecen sacados de la obra
de Howard Phillips. Y es que lo que hace es repetir escenarios y personas, como
si los relatos de Cthulhu del escritor de Providence tuvieran aristas o prismas
distintos. Ese era el truco, y le salió muy bien. La máscara de Cthulhu, un
fix-up muy efectivo, puede saciar a cualquier lector amante de Lovecraft; si es
que se atreve a adentrarse en los mundos de los Primigenios.
El primer relato es “El retorno de Hastor”, que es una
versión de El caso de Charles Dexter Ward, con numerosas referencias a los
Mitos, con su consiguiente explicación. En “Los whipporwills de las colonias”,
en segundo cuento, el tema es la existencia de puertas por donde vuelven los
Primigenios, como en El horror de Dunwich. Se centra en Yog-Stothoth, el Vigía
de las Puertas. La ambientación que recrea Derleth es parecida a la de El color
que cayó del cielo, y me ha recordado mucho a Estación de tránsito, de Simak,
porque lo sitúa en una granja aislada, con familias pueblerinas en el entorno.
“Una talla de madera” es el título del tercer relato. Es un
cuento sacado de La llamada de Cthulhu. Se trata de una talla construida en los
albores de la Humanidad, como la estatuilla del libro citado de Lovecraft. La historia
es distinta porque la talla genera visiones y conocimientos a su dueño, sus
tentáculos cobran vida por la noche, y finalmente coge a su poseedor y los
incorpora a la talla. El narrador tira la talla al mar con una piedra atada.
El cuarto cuento es “El pacto de Sandwin”. Los Sandwin han
hecho un pacto durante generaciones con un Primigenio, por el que legaban su
cuerpo y su alma a cambio de una gran sabiduría y de seguridad económica. Una cosa
así la he visto en la película La herencia Valdemar (2010), una muy buena cinta
sobre los Mitos de Cthulhu. En el de Derleth, cada generación debía comprometer
a la siguiente. Este cuento está dedicado a Lloigor, que “camina sobre el
viento en los espacios estelares”. Es Lloigor porque es el único que puede
alcanzar a Asa Sandwin. Ya veréis por qué. Es un buen relato de misterio.
“La casa del valle” es la quinta narración de este fix-up. Por
cierto, el recurso a la casa misteriosa está ya muy visto. Bueno, aquí un
pintor alquila una casa de la que huye el vecindario. Tiene un sótano
misterioso y libros antiguos como el Necronomicón,
Cultes de Goules, Los Manuscritos Pnakóticos o el Texto de R’lyeh; sí, de nuevo Charles Dexter Ward. Aquí aparecen
por primera vez los Profundos, mitad humanos, mitad sapos, sirvientes de
Cthulhu.
Aquí cuenta la batalla entre los Primigenios y los Dioses
Arquetípicos. Estos últimos fueron los primeros seres del “espacio exterior”
que vivieron en Betelgeuse. Contra ellos se rebelaron ciertos seres elementales,
los Primigenios o Antiguos –nuestros amigos Cthulhu, Yog-Stothoth, Hastur y
compañía-. Cuando fracasó la rebelión fueron expulsados y desterrados por los
Dioses Arquetípicos, y encerrados en planetas y soles lejanos bajo un sello. En
el caso de Cthulhu fue en la Tierra, bajo el mar, en un lugar llamado R’lyeh –de
ahí lo de El sello de R’lyeh, que es el título del siguiente relato-. Todo esto,
dice el propio Derleth, corresponde con la lucha de Dios contra el ángel
sublevado, Lucifer o Satán. Para combatir a los Dioses, los Primigenios han
creado de forma telepática seguidores y cultos. Por eso dice: “En su morada de
R’lyeh, Cthulhu espera soñando”.
El último relato es, como decía, “El sello de R’lyeh”, que enlaza
con la historia anterior, y que es la búsqueda del sello donde descansa Cthulhu
contada por un Profundo. Vuelve sobre el parecido entre las mitologías
religiosas y los Mitos de Cthulhu, el Bien y el Mal, o la Trinidad, desde
China, los aztecas, los ídolos de la Isla de Pascua, a las máscaras polinesias.
En definitiva, Derleth reúne aquí todo lo que siempre
quisiste saber sobre Cthulhu, pero nunca te atreviste a preguntar.
Tú lo has dicho: ¡como Lovecraft pero sin chispa!
ResponderEliminarDerleth en ciertos puntos logra ser mucho mejor que Lovecraft, debido a que logra contar la historia sin tantas trabas o descripciones que te traban en lovecraft y que no conducen a nada. Como en el color surgido del espacio, dos horas me tuvo con el miedo que le tenian al color del agua, que era igual al color dentro del meteorito, y eso no causa terror si lo dice 10 veces.
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