ISAAC ASIMOV - Segunda Fundación (1953)

Es divertido adentrarse en el ciclo de Trántor e ir sacando paralelismos con obras que han venido después. Quizá sea porque está ya muy visto hablar del ejemplo de la historia de Roma en la que se basó Isaac Asimov; aunque la verdad, no he visto mucho que se parezca a la caída de la República y la formación del Imperio. Y una sola frase al final –“Todos los caminos conducen a..."- no hace un argumento basado en la Historia de la antigua Roma.

Con Segunda Fundación doy por cerrada la trilogía de la Fundación. Lo digo porque en una ocasión, una persona me dijo que el ciclo no eran las tres novelas conocidas, sino hasta dieciséis. Entiendo que trilogía, saga y ciclo no son lo mismo, pero bueno. No lo pongo en duda, pero por mí, y mirando a algunos expertos, vale.

Segunda Fundación es, obviamente, la continuación de Fundación e Imperio, aunque no deja de ser una división convencional porque en realidad se trata de una sola novela. En esta parte, lo que parecía ser la victoria de las ciencias físicas sobre las sociales con la matematización de estas, acaba siendo la apología del control mental emocional y el encubrimiento. Asimov intenta construir una trama basada en el viejo mecanismo de las miguitas de pan: pequeñas pistas que nos van conduciendo a la meta. Es como un thriller en torno a un acertijo. Por fortuna, no llega a la estupidez de Dan Brown en el Código Da Vinci: “¡Coñes! ¡Si es que está escrito al revés!”. El caso es que en Segunda Fundación todo lo que parece ser, no es, y viceversa, lo que obliga al lector a desconfiar de todo y todos.

Esta última entrega de la Trilogía de la Fundación está protagonizada por una adolescente, una chica de quince años llamada Arcadia Darell, que es la nieta de aquella mujer, Bayta, que impidió que El Mulo supiera de labios de Ebling dónde estaba la Segunda Fundación. Sorprende que sea una chica, ya que los lectores de Asimov en 1953 debían ser en un su mayoría chicos, y el personaje no cumple con el prototipo femenino del género en esa época.

La acción se sitúa en tres planetas: Términus (capital de la Fundación), Trántor (capital del viejo Imperio) y Kalgan (capital del imperio de El Mulo). Pero lo importante es saber qué es y dónde está la Segunda Fundación, porque el plan Seldon determina la vida de la gente y de la Galaxia, de sus políticos y ejércitos, crea ánimos capaces de marcar la Historia. A veces el plan se cumple por la simple creencia popular de que los acontecimientos están determinados por el plan Seldon. Así, el “fantasma” de la Segunda Fundación ocupa a la ciencia y a la política. Asimov juega con esto, y a veces nos hace pensar que no existe.

En realidad, la novela podía haber empezado en la segunda parte de Fundación e Imperio, con la historia de El Mulo, que es el personaje más interesante y mejor construido de toda la trilogía. Pero es, curiosamente, el elemento no predicho en el plan Seldon. El resto de personajes son meros soportes de la narración. Es más; sin El Mulo, único elemento no previsto por Seldon, su profecía no se habría cumplido.

Y volviendo al principio, a los parangones con historias posteriores, tengo que decir que iba leyendo al tiempo que imaginaba a un joven George Lucas tomando notas. Si Asimov escribió mucho después Preludio a la Fundación y Hacia la Fundación, ¿por qué no Lucas iba a filmar la guerra entre Jedis y Siths anterior a la República? Venga, George, tírate el rollo.