Estoy
teniendo algún problema con la visualización de las entradas. Es absurdo, como
algunas de las cosas de blogger, pero lo iré solucionando. Perdón por las
molestias.
Decía
Segismundo en su famoso monólogo de “La vida es sueño” que “Yo sueño que estoy
aquí/ destas prisiones cargado,/ y soñé que en otro estado/ más lisonjero me
vi./ ¿Qué es la vida? Un frenesí./ ¿Qué es la vida? Una ilusión,/ una sombra,
una ficción,/ y el mayor bien es pequeño:/ que toda la vida es sueño,/ y los
sueños, sueños son”. Pues de esto va la novela de Philip K. Dick, Ubik, que
juega con el lector a hacerle creer que el sueño es la vida, y que la vida es
el sueño, para luego dejarle desamparado, aferrado a aquella solución que le
sea más placentera.
Sin
ser Calderón, Dick construye un relato en el que la criogenización es la
solución a la muerte “definitiva”, y donde nada es lo que parece, salvo Ubik,
un elixir que aparece periódicamente en el relato como el símbolo del anclaje
con la realidad, como la constante que permite saber al protagonista dónde y
cuándo está. Porque la maestría de Dick para llevarnos por cualquier lugar,
traernos, dejarnos aparentemente plantados, y luego
ofrecernos esa solución que
creíamos alcanzar por nuestra cuenta es inigualable. Digo “inigualable” con
cierto reparo, no sólo por la existencia de otros escritores que maravillan,
sino porque según iba leyendo Ubik me acordaba de una serie que ha marcado un
momento en la TV mundial; me refiero a Perdidos (Lost), de J. J. Abrams.
Sé
que hay muchas diferencias, pero la mecánica es muy parecida: el gran enigma
del libro, que se va definiendo según lo hacen los personajes, es saber si están
vivos o muertos. Y al final, todos esos pequeños y grandes guiños al lector, y
al espectador, y que han hecho de ese libro, o de esa serie, algo “devorable”,
se explican porque estaban muertos y no lo sabían. Incluso la cita de Dick del
Bardo Thodol, el Libro Tibetano de los Muertos, que cuenta que el tránsito de
la muerte dura 49 días, encaja con el planteamiento posterior de Abrams en
Lost. O las citas posteriores de Platon –Abrams nombra a sus personajes con los
de filósofos, como John Locke-, o una inquietante sobre el cuento infantil de
Winnie the Pooh: un niño y un oso de peluche juegan eternamente en un lugar del
bosque, lo que me ha recordado Sopa de cristales, de Jonathan Carroll, donde
ese dualismo se repite.
La
trama es bien conocida, y no me voy a extender en ello. Hay un buen resumen en
El sitio de ciencia-ficción. Todo comienza en un moratorio, un lugar donde congelan
a semivivos para evitar su muerte, y que van descongelando a demanda de sus
familiares o por contrato. La competencia entre las dos empresas más
importantes de psíquicos -gente con poderes mentales, como telépatas,
inerciales y precognitores-, llega hasta el punto en el que director de una de
ellas Glen Runcitter, sufre un atentado en la Luna cuando se dirige allí con sus
mejores empleados. El autor es Ray Hollis, el director de la otra compañía. El asunto
es saber si como resultado de la bomba ha muerto Runcitter o el resto. Joe Chip
comanda a los empleados supuestamente supervivientes del atentado, que asisten
estupefactos al retroceso temporal que sufre su entorno. Los sucesos son extraordinarios:
apariciones anacrónicas, muertes terribles, mensajes cifrados, monedas con la
efigie de Runcitter o ascensores a lo Stephen King. Pero si están muertos,
¿dónde viven? Pues en la imaginación enferma de Jory, un adolescente criogenizado,
que ha creado un pseudomundo absorbiendo la memoria de los demás. Lo demás es
la búsqueda tan apasionante como desesperada por encontrar la verdad, siempre
con el Ubik presente. Porque “ubik” procede del latín “ubique”, que significa “en
todas partes”. El Ubik es un invento de los semivivos para evitar que Jory los
devore.
Los
dos mejores personajes son Joe Chip y Patricia Conley. Chip es el empleado que
queda al cargo de la compañía tras la muerte de Runcitter, que va creciendo
según avanza el relato, desde un tipo indeseable y sucio, hasta convertirse en
una persona inteligente y entregada. Patricia es una chica de diecisiete años
con una particular facultad: puede volver al pasado y cambiar el presente; esto
le permite a Dick jugar un poco más con el lector y hacerle creer que todo lo
que está pasando se debe a una maniobra de la jovencita. Pero no; Pat no es lo
que parece.
Otra
de las maravillas del libro son los detalles relacionados con el Ubik o los
mensajes que va dejando Runcitter a Joe Chip para indicarle lo que está
pasando: “Mete el culo en la caja, pobre amigo./ Tú y los demás estáis muertos.
Yo, vivo”, o “De cagar y joder yo no me privo,/ os dice a los muertos el que
está vivo”. Más claro, agua.
La novela es un juego de
Dick con el lector, como decía, para atraerlo a un sitio y luego llevarlo a
otro. Por eso, el capítulo final es inquietante: Runcitter encuentra en sus
bolsillos una moneda con la efigie de Joe Chip. Era sólo el comienzo. Acababa
de descubrir que estaba semivivo en una friovaina del moratorio.
Ubik es, desde luego, una novela diferente y, como dices, desconcertante. Es admirable la cantidad de combinaciones que Dick encontró para exponer una y otra vez sus temas obsesivos (la identidad, la memoria, lo real y la ilusión). Ubik es uno de los mejores, claro. Eso sí, creo que las novelas de Dick hay que abordarlas con la disposición adecuada, prestarles atención y dar tiempo a la reflexión, lo que no las hace accesibles a todos los lectores.
ResponderEliminarUn saludo
Manuel, coincidimos de nuevo. He leído muchas veces que Dick no concluía bien sus novelas, pero no creo que sea cierto, sino que precisan, como bien dices, un tiempo para sopesarlas y leerlas con atención y perspectiva. Gracias por el comentario.
ResponderEliminarSaludetes
Primero de todo, felicidades por el blog.
ResponderEliminarRecuerdo haber leído Ubik con 16-17 años en mis primeros tiempos de enamoramiento con la CF y aunque hubo muchos detalles que entonces no entendí desde el primer momento me fascinó.
La he vuelto a leer bastante más "madurito" y me sigue pareciendo una gran historia, tal vez una de las mejores de Dick (que no es poco decir). En mi caso ha pasado mucho mejor "la prueba del tiempo" (me refiero a lo de volver a leer una novela que de "jovenzuelo" te gustó especialmente) que El hombre demolido, de Bester (miedo tengo de revisitar Tigre, tigre...).
¿No os parece que, a la chita callando, Dick es uno de los escritores (en general, no sólo de CF) que más ha influído en la cultura popular contemporánea? No soy objetivo por que es uno de mis autores preferidos, pero es que no veo por ahí más que series, películas (no me refiero a las basadas en sus obras), por no decir otras novelas, historias en definitiva, que beben de Dick como posesas...
Saludos
Hola, Ramiro. Acabo de terminar "El hobbit", que leí hace bastante tiempo, y me ha parecido ayer como hoy una novela espectacular en todos los sentidos. Hice lo mismo con "La guerra de los mundos", de Wells, y me sigue pareciendo fascinante. Es decir; no hay que tener miedo a leer de nuevo un libro que nos gustó. :)
EliminarEn cuanto a lo que dices de Dick, estoy de acuerdo: creo que es un referente para los guionistas.
Gracias por el comentario.
Saludetes
Excelente Novela, gracias a K. Dick. En lo personal la trama me agradó mucho, aunque me habría gustado leer una lucha de precos vs psíquicos.
ResponderEliminarSaludos!!!
Yo no lo entendi asi, que todos al final estuvieran en la mente de un chico, de hecho no se suguiere que los semivivos fueran capaces de construir universos tan completos y complejos donde fueran capaces de crear poblaciones enteras, comunicarse con los semivivos era mas como despertarlos de un sueño cada vez mas profundo, yo lo que entendi no es que estuvieran muertos de hecho en el libro era dificil entender lo que era la muerte, la matriz los tenia en una semivida durante largo tiempo pero en el libro se sugiere una matriz aun mas profunda, al final todos estaria "vivos" en una especie de semivida en una matriz muy compleja no en la que se menciona en el libro y asi seria eternamente, el detalle de la moneda es interesante pero no creo que sea suficiente para definir toda la novela, para mi es como un indicador del nivel de sueño o semivida que traia el chico
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